El día comenzó temprano (hora de Italia) con la oración de las Lodi a las 9 en la Capilla Sixtina, seguida por la primera votación prevista alrededor de las 10:30, que no logró consenso.
Luego, un segundo escrutinio se realizó cerca del mediodía, pero tampoco eligió Papa y se pudo ver la primera fumata del día. Negra.
A las 12 comenzó el almuerzo. Según detalla ACI Prensa, el menú previsto incluye un primer plato como pasta ligera con tomate y albahaca fresca, o un risotto de verduras o legumbres. Y de segundo plato hay carne blanca o pescado a la plancha y no frito, con verduras al vapor o también a la plancha.
Por la tarde están programadas otras dos rondas de votos: a las 17:30 y poco después de las 19. De esta manera, se espera que la próxima fumata sea después de esa hora, cuando culmine la segunda sesión doble de voto.
La combustión, negra si no hay acuerdo, blanca si se ha alcanzado el quorum de 89 votos necesarios para elegir Papa, se realiza con productos químicos añadidos a las papeletas para garantizar la claridad del color: una mezcla de perclorato, azufre y resina produce el humo negro; lactosa y clorato, el blanco.
Segúnd etalla Corriere Della Sera, este ritmo diario puede extenderse varios días, como ha ocurrido en otros Conclaves, aunque en la historia reciente las elecciones suelen resolverse entre el segundo y cuarto día. Mientras tanto, el mundo observa con atención el humo que asoma del pequeño comignolo sobre el techo de la Capilla Sixtina, esperando oír finalmente el “Habemus Papam”.
El sistema de fumatas negra o blanca se implementó formalmente a mediados del siglo XX para evitar confusiones. Antes, las señales eran menos nítidas y se prestaban a errores de interpretación por parte de los fieles congregados en la Plaza de San Pedro. Hoy, esa columna de humo sigue siendo uno de los símbolos más potentes y enigmáticos del proceso papal.
Tras una segunda fumata negra, cuatro rondas de votos están programadas hoy en el Cónclave, esperando una posible fumata blanca al anochecer. REUTERS/Hannah McKay
El Conclave sigue una estructura rigurosa, marcada por tradiciones centenarias y normas dictadas por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II. El proceso se desarrolla en tres fases: pre-escrutinio, escrutinio y post-escrutinio, todas bajo estrictas condiciones de confidencialidad.
Durante el pre-escrutinio, los ceremonieros distribuyen las papeletas y se sortean públicamente los nombres de nueve cardenales: tres escrutadores, tres infirmarii (para recoger votos en caso de enfermedad, aunque hoy todos votan en la Sixtina), y tres revisores. Esta elección la realiza el último cardenal diácono presente.
En el escrutinio, cada cardenal escribe en secreto el nombre de su candidato sobre la papeleta con la inscripción impresa Eligo in Summum Pontificem. Luego la pliega, la lleva al altar y la deposita en la urna tras pronunciar un juramento solemne: “Chiamo a testimone Cristo Signore…”. Se recogen y cuentan todas las papeletas y, si no se alcanza el quorum, se pasa a otra votación.
La tercera fase consiste en verificar y registrar los resultados, y si es necesario, destruir las papeletas al final del bloque de sesiones. Además, todos los participantes del Conclave —desde médicos hasta ascensoristas— han prestado juramento de guardar el secreto absoluto, bajo pena de excomunión automática (latae sententiae). Está prohibido el uso de celulares, grabadores o cualquier medio de comunicación: el aislamiento es total hasta que se anuncie el nuevo Papa.
El cardenal Mykola Bychok, con 45 años, es el más joven de los electores en el Cónclave 2025 mientras que Carlos Osorio Sierra, con 79 años, es el más viejo. Foto: Infobae
El Cónclave 2025 refleja una Iglesia más diversa que nunca. Son 133 los cardenales electores con derecho a voto, todos menores de 80 años, provenientes de 71 países. La distribución geográfica muestra el giro global del catolicismo: 52 europeos, 37 americanos (con 17 de Sudamérica y 16 de Estados Unidos), 23 asiáticos, 17 africanos y 4 de Oceanía.
Entre ellos destacan figuras como el ucraniano Mykola Bychok, de solo 45 años, el más joven del Cónclave, residente en Australia. Por el otro extremo, el español Carlos Osoro Sierra, de 79 años, figura entre los más veteranos. Preside todo el proceso el cardenal Pietro Parolin, decano por antigüedad de nombramiento y ex secretario de Estado del Vaticano. También tiene un rol clave el arzobispo Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas, quien da inicio formal al aislamiento con el rito del “Extra omnes”.
Por primera vez, participan cardenales oriundos de 15 países nunca antes representados, como Haití, Cabo Verde, Sudán del Sur y Suecia. Este mosaico evidencia una elección cargada de simbolismo, equilibrios eclesiásticos y apertura hacia nuevas regiones del mundo católico.
Cientos de fieles van llenando la plaza de San Pedro a la espera de la segunda fumata
Centenares de fieles van llenando este jueves la plaza de San Pedro del Vaticano a la espera de que salga la segunda fumata del cónclave, y la primera del día, desde la chimenea de la Capilla Sixtina, tras el humo negro de la noche del miércoles.
Cada día que pasa y cada votación que se celebra, la probabilidad de que sea humo blanco el que llene el cielo de Roma es mayor, por lo que muchos fieles, y sobre todo turistas y curiosos, no han querido perderse la oportunidad de vivir este momento histórico.
Centenares de personas siguen accediendo por los controles de seguridad para ocupar las primeras filas frente a la basílica, con una vista privilegiada de la pequeña chimenea que sobresale del techo de la Sixtina.
Qué pasará una vez que se elija al nuevo Papa
Cuando finalmente se elija al próximo Papa, aparecerá el humo blanco en las afueras de la Capilla Sixtina para confirmar la elección exitosa. Además, las campanas de la Basílica de San Pedro comenzarán a repicar, anunciando al mundo la noticia.
Luego, el flamante Sumo Pontífice saldrá a la “sala de las lágrimas” para vestirse con los hábitos papales y, finalmente, desde el balcón central de la basílica, se proclamará el tradicional “Habemus papam”. Este será el momento en que el nuevo pontífice se presentará por primera vez a los fieles y les otorgará su bendición Urbi et Orbi, una de las primeras acciones que realiza tras su elección.